Cultura

Chamanismo Maya:Tierras altas 2

Etnomedicina entre los Tzotziles de Chamula y Chenalhó, Chiapas.

El J’ilol (el que puede ver)[1]
Lo que en nuestro medio se entiende como especialidades, concepto propio de la biomedicina, en el entorno cultural de los Tzotziles de Chamula y Chenalhó, y en particular en su sistema médico, se le designa como cargos; son esas tareas diferenciadas en el proceso de ayudar a curar, toda vez que son entregadas por mandato de las deidades celestiales, y a la manera de los cargos religiosos, no pueden ser rechazados.

Como ya se señaló, la palabra jpoxtavanej, que en tzotzil y tzeltal significa el o la que cura, engloba los cargos presentes en las medicinas tzotziles; entre chamulas y pedranos se reconocen, a saber:

  1. j’ilol el (la) que puede ver a través del pulso.
  2. jvetom o jtamol, partera (o).
  3. j’ac’vomol, hierbatera (o).
  4. jtsacbac, huesera (o).
  5. jtoibits o Coponej’vits, rezador (a) de los cerros.
  6. Culebrero.

El término j’ilol designa a la persona que “puede ver”; a quien, como favor de las deidades celestiales ha recibido el poder de percibir el plano sobrenatural, Yan Vinajel-Yan Balamil. La facultad de “ver” se manifiesta cuando al pulsar al enfermo “la sangre habla” trasmitiendo al j’ilol los problemas que han originado los padecimientos de humanos y animales (quienes también son hijos de Dios), así como las acciones que es preciso emprender para ayudarlos a sanar. Otra forma de “ver” es cuando las deidades secundarias, a través de sueños transmiten lo pertinente para ayudar a sanar al enfermo en cuestión. En ocasiones ambos fenómenos se presentan en forma alternada para un mismo caso. El término j’ilol ha sido traducido por los mestizos de la región como “pulsador”, dado que, independientemente de la importante presencia del factor onírico en los procesos de diagnóstico y tratamiento, la acción social mediante la que se les identifica es la de pulsar.

Más que detentar el rol de curar, en el sentido de dar tratamientos para afecciones corporales —que no curandero—, a diferencia de otros cargos, el j’ilol es más bien un médico-sacerdote, cuya actividad está encaminada:

  1. Primero, a reencauzar a los enfermos en el camino del cumplimiento del mandato primordial, para situarlos en la “senda del camino estrecho”, el que lleva al Cielo después de la muerte.
  2. Segundo, a que por intermedio de él sean perdonados los pecados cometidos por quienes solicitan su ayuda.

El j’ilol se ocupa del grupo de enfermedades que llegan al cuerpo como resultado del sufrimiento o muerte que afecta a los alter ego de la persona, es decir, a los ch’uleltic y vayijelil. En este sentido, los j’iloletic, son considerados como los principales representantes humanos de Riox [2] en la Tierra, como uno de sus apoyos más importantes.

En un testimonio se nos indicó que cuando Jesucristo pasó por la Tierra, trazó el deber ser de quienes ayudan a curar: no hizo distinción entre las personas (rango, sexo, edad) ni entre las enfermedades; nunca pidió nada a cambio de curar a la gente y sus curaciones se basaron en la fuerza espiritual. Cuando se fue al Cielo, dejó a los j’iloletic como sus representantes.

En este sentido, si bien la labor del j’ilol está estrechamente ligada a la salvación de los ch’uleltic y vayijeliltic, así como a su recuperación cuando han caído en poder de algún demonio o son portadores, por contagio, de algún mal, su función está limitada a la petición a unas y otras deidades y al ofrecimiento de ofrendas, es decir, a intermediar entre el mundo sagrado y el profano; por lo mismo no es psico pompo, no realiza viajes mágicos de rescate ni acompañamiento; su función es eminentemente sacerdotal. No está en el “ser” de su función viajar y rescatar en forma personal, porque se encuentra constreñido y delimitado por su propia cosmovisión ya que dichas tareas quedan exclusivamente en manos de las deidades, por eso su mandato es el de salvar almas, a través de mostrar a los enfermos, en el plano de la vigilia, el camino de regreso al cumplimento del mandato primordial, adorar y nutrir a Riox. La divinidad, entonces, lo hace poderoso, pero en forma limitada, sin sobrepasar las fronteras ni los ámbitos donde para bien o para mal deambulan las personas.

El poder sobrenatural, o los poderes entregados a los j’iloletic son variables, lo que los habilita para acciones muy diferentes entre unos y otros. Asimismo, la cantidad de elementos de la estructura del mundo que se les entrega está en razón directa del poder recibido. Por ejemplo, hay j’iloletic cuyo poder sólo basta para enfrentar enfermedades que provienen del segundo o tercer estrato de Yan Vinajel- Yan Balamil (Otro Cielo-Otra Tierra)[3], otros pueden ver más allá; en este sentido, existe una correspondencia entre los poderes recibidos y la cantidad de deidades secundarias que se les entregan para ser mencionadas en los cantos. Hay quienes cuentan con los recursos y el poder para enfrentar el mal echado; quienes no, difícilmente se arriesgan, por temor a ser contaminados o a que sus familiares sufran por ello; por lo mismo, cuando saben de este tipo de casos eluden ayudar al enfermo, dejando el caso para aquellos que tienen el poder y la fama. Más que otros jpoxtavanej, el j’ilol debe protegerse constantemente, ya que continuamente se enfrenta con enemigos poderosos que tratan de aprovechar la mínima oportunidad para dañarlo (golpearlo) o a su familia. Como se mencionó, el ayuno es el acto más importante de protección, reforzado por ofrendas y cantos que, para los efectos, ofrece todo el tiempo. Sobre el particular se menciona que ante un peligro las deidades protectoras acuden a los sueños del j’ilol a informarle sobre el daño que está por recibir y a conminarlo a protegerse y actuar en consecuencia:

               Cuando los enemigos de los enfermos tienen ipixantal (envidia), puede llegar hasta mi cuerpo, pero como Dios me quiere mucho me ayuda, me vienen a avisar en mi sueño: “Ten cuidado hijo porque esos señores, mis hijos a los que estuviste ayudando, tienen un enemigo y es tal persona. Por favor no quiero que te metas en problemas, quiero que hagas tu ayuno para que salgas bien”. Así me vienen a decir en mi sueño.

En este mismo tenor, las deidades del mal abocadas a dañar al enfermo llegan a los sueños del j’ilol a amenazarlo con dañarlo si interviene ayudando a sanar a su enemigo. Por último, cabe señalar que, dado que entre los tzotziles tradicionalistas todo cabe dentro del ámbito de lo sagrado, la diferencia entre la población tzotzil y los j’iloletic, es que en éstos se abre el abanico de percepción del mundo más allá que en el común de la gente, y ahí está la diferencia que se establece con sus coterráneos.

El proceso en sí, primero, sitúa a los j’iloletic en una categoría socio religiosa diferente y reducida, los separa de la generalidad profana para situarlos en el ámbito de lo sagrado. A partir de que se les nomina para el cargo, su comportamiento deja de ser común, su práctica social cambia radicalmente, deben convertirse en el ejemplo del correcto vivir, lo que no siempre se logra; la connotación especial deriva de su transformación de profano a sagrado misma que lo dota de una investidura sacerdotal, y con ello, de la responsabilidad respecto al cuidado y conservación de la espiritualidad y salud del grupo social. En tanto que los otros cargos médicos circunscriben su acción al plano del cuerpo humano, lo físico. Tal vez en algunos casos la relación de éstos con lo sagrado sea más profunda que la del tzotzil común, pero nunca equiparable a la que alcanzan los j’iloletic.

Bibliografía:

Jaime Tomás Page Pliego
2011, El mandato de los dioses. Etnomedicina entre los tzotziles de Chamula y Chenalhó, Chiapas. San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. Datasís S.A. de C.V. – Universidad Nacional Autónoma De México.

Bartolomé, Miguel A. – Barabas, Alicia M. (Coordinadores)
2013, Los sueños y los días. Chamanismo y nahualismo en el México actual, II. Pueblos Mayas. México, Instituto Nacional De Antropología E Historia.

Z. Vogt, Evon
1993, Ofrendas para los dioses, Organización religiosa PP: 51. México, Fondo De Cultura Económica.

De la Garza, Mercedes
2012, Sueño y Éxtasis. Visión chamánica de los nahuas y los mayas. México: Universidad Nacional Autónoma De México – Fondo de Cultura Económica

la Garza, Mercedes – Michelet, Dominique
2014, Mayas. Révélation d’un temps sans fin. Les médiateurs du sacré : rois, prêtes et chamanes, France : Musée Du Quai Branly


[1] Z. Vogt, Evon, 1993: 51. La vida religiosa en Zinacantán es dirigida por los chamanes y los funcionarios. El chamán es llamado H’lol literalmente vidente. Los zinacantecos creen que en los tiempos mitológicos todos los hombres podían “ver” dentro de las montañas y observar directamente a sus dioses ancestrales

[2] “Aunque Rioˇs es un préstamo tomado del castellano Dios, el significado del término tzotzil es mucho más general que el del vocablo castellano. Rioˇs alude a todo un conjunto de fenómenos religiosos, que incluyen, Dios (sinónimo de Htotik, el Sol); santos individuales y sus imágenes; actos religiosos […] gestos religiosos […] y quizás otros”

[3] Arias 1975: 39. Al respecto, Arias escribió que tanto tzeltales como tzotziles conciben el mundo como una unidad a la que se denomina Vinajel-Balamil (Cielo-Tierra). Sostiene que la vida, el estado de vigilia, tiene lugar sobre la superficie de la Tierra mientras que las experiencias oníricas en el plano del Yan-Vinajel-Yan Balamil (Otro Cielo-Otra Tierra).

Autor

Alejandro Avila

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